Cuando un/a niño/a tiene fracaso escolar o problemas de rendimiento académico puede deberse a una o varias de las siguientes dificultades:

• Por dificultades en los procesos básicos de aprendizaje, tales como problemas de atención, de concentración, de memorización o retención (especialmente memoria de trabajo), de comprensión, o de recuperación y expresión de lo aprendido (conocidas como funciones ejecutivas); si este es el caso es necesario intervenir sólo en y con el/la niño/a, ya que se le ha de realizar una exhaustiva evaluación neuropsicológica y habrá de intervenir directamente la neuropsicóloga y, quizás, la logopeda. Además, de garantizar que a niveles neuro-pediátricos se ha descartado o, caso de existir, se está tratando cualquier disfunción o lesión del cerebro y sistema nervioso.
• Por problemas en las estrategias y organización del estudio. En este caso, habrá que evaluar y enseñar o mejorar las técnicas de estudio, así que tendrán que trabajar directamente con el niño diferentes profesionales: neuropsicólogas, logopedas, psico-pedagogas, y/o maestros/as.
• Por problemas de motivación: puede que esté mejorando en sus procesos básicos de aprendizaje y en sus técnicas de estudio pero falla su motivación. Si este es el caso los padres no sólo tienen que valorar y recompensar los logros de sus hijos y para ello igual tienen que mejorar sus estilos y pautas educativas, sino que a veces hay que analizar los valores familiares, incentivar en los hijos el estudiar por necesidad, por una finalidad, el “aprender por aprender”. Así como directamente con el/la niño/a hay que aplicar estrategias para fortalecer su autoestima y su autocontrol, ya que las dificultades en estas áreas pueden dar lugar a que tengan muchas incompatibilidades para el estudio y el aprendizaje, puede que no controle los distractores, incluso que exista dependencia a las nuevas tecnologías (móvil, redes sociales, whatssaps…). Es en estos caso cuando será necesario la ayuda del área de psicología clínica o terapia familiar